No hay nada mejor para la corriente de la historia que un enchufe nacional y popular

Esperamos que este medio sirva para que te enchufes, para que enchufes a otros, para que nos enchufemos en la lucha por el proyecto nacional y popular. Para que la corriente de la historia nos encuentre protagonistas de los cambios que el pueblo necesita.
Las notas firmadas no necesariamente reflejan la posicion oficial del ENP.

miércoles, 9 de junio de 2010

lunes, 17 de mayo de 2010

Una Joya: el mural interactivo del bicentenario por REP

 http://www.muralbicentenario.encuentro.gov.ar/flash/index.html

Jairo canta Pertenencia de la Tierra de "El Diario del Regreso"

                               

Hamlet Lima Quintana relata con sus versos la travesia del Che desde Vallegrande en Bolivia hasta Santa Clara en Cuba; Oscar Cardozo Ocampo le puso música a este viaje que se titula "Diario del Regreso". En esta cancion el Che cuenta que despues de 30 años de estar en su seno comprendió la relación de los pueblos originarios con la madre tierra.

domingo, 16 de mayo de 2010

miércoles, 12 de mayo de 2010

El Papa en el banquillo


A esta altura de la historia y los acontecimientos, está clarisimo para casi todos que la religión, las convicciones personales respecto de una concepción religiosa de la vida, y en este caso del cristianismo, nada tienen que ver con los intereses y pecados que sustentan las actividades de la terrenal Iglesia y de los burócratas que la dirigen. Y en esa tarea de administrar esos intereses de la iglesia, no cuentan los escrúpulos ni mucho menos el sentido del pecado y asi se hacen negocios o se asumen actitudes cómplices con las dictaduras como ocurrió en la Argentina, bendiciendo las armas que reprimen al pueblo, convalidando las torturas y las desapariciones. Hoy se esta descorriendo el velo que cubre a esa organizacion y a la supuesta santidad de su jefe. Asi lo expresa con cruda claridad Christopher Hitchens, colaborador de Newsweek, columnista de Vanity Fair y autor de “God Is Not Great”. 
AH

Newsweek
28-04-2010 /  ¿Puede Benedicto XVI enfrentar cargos por delitos de lesa humanidad en referencia a los escándalos por casos de pedofilia en la Iglesia Católica?
Por Christopher Hitchens

¿Arrestar o enjuiciar al Papa por el escándalo de pederastia? ¡Imposible! Entonces consideremos el único planteamiento viable: declararlo más allá de todas las leyes locales e internacionales, y eximirlo de cualquier responsabilidad personal o institucional derivada de la protección que brinda a criminales. De proceder así, ¿para qué tomarnos la molestia?

Es fácil argumentar a favor de poner a la cabeza de la jerarquía católica a disposición de la ley; sólo necesitamos la capacidad de ver desnudo al “emperador” y cuestionar: “¿Por qué?”. Visualícelo sin el boato papal, vestido sólo con un traje y verá que Joseph Ratzinger no es más que un burócrata bávaro que no pudo llevar a cabo la única tarea que le fue encomendada: contener los daños. El problema inicial era bastante simple. En 2002, fui invitado al programa  “Hardball”, que conduce Chris Matthews  en la cadena NSNBC, para debatir lo que el entonces fiscal general de Massachusetts, Thomas Reilly, denominaba el “encubrimiento masivo” de la Iglesia para los más de mil sacerdotes que habían perpetrado crímenes contra menores. Cuando pregunté por qué el cardenal Bernard Law (quien, a todas luces, era el responsable principal) no había sido interrogado por la ley, y por qué permitíamos que la Iglesia juzgara su propio caso en cortes privadas que terminaban “perdonando” a criminales perversos y despreciables, debo suponer que mis observaciones permanecieron flotando en el aire durante algún tiempo y finalmente pusieron a pensar a dicho cardenal Law porque, en diciembre de aquel mismo año, huyó de Boston unas pocas horas antes de que la policía se presentara en su domicilio con una orden judicial para rendir testimonio ante el Gran Jurado. ¿Su destino? Roma, donde luego votó en la elección del papa Benedicto XVI y hoy preside la hermosa iglesia de Santa Maria Maggiore, así como numerosos subcomités vaticanos.

El escándalo actual perdió toda posibilidad de redención en el momento en que el Vaticano se convirtió en escondite oficial de un hombre que no es más que un vulgar fugitivo de la Justicia. Al albergar en sus entrañas a un delincuente de semejante calaña, el Vaticano recibió en su seno una metástasis de putrefacción que finalmente llega a la cabeza. Es evidente que el cardenal Law no habría escapado ni recibido asilo sin la colaboración del entonces Pontífice y su asistente de confianza para controlar los daños de la violación de menores, el otrora cardenal Joseph Ratzinger.
Desde aquel día, la celeridad y magnitud de los acontecimientos horrorizaron a los apologistas papales a ultranza. No sólo tenemos la carta que Ratzinger envió a los obispos católicos ordenándoles referir, directamente, todos los casos de violación o abuso sexual a su despacho (cosa, de por sí, bastante mala debido a que cualquier individuo que esté al tanto de semejante crimen tiene la obligación de informar a la policía), sino que ahora empiezan a surgir incontables informes —desde Munich hasta Wisconsin y Oakland— sobre la protección o indulgencia otorgada a los pederastas bajo los auspicios del Papa en funciones, tanto durante su período como obispo como en su época como funcionario vaticano encargado de contener la crisis. Sus apologistas hicieron todo lo posible, pero su “Santo Padre” demostró consistencia en la permisividad o negligencia con que trató a los criminales, dirigiendo sus más duras reprimendas contra las víctimas que se atrevieron a quejarse.

Antes de que la situación adquiriera espeluznante obviedad, llamé por teléfono a Geoffrey Robertson, distinguido asesor en derechos humanos radicado en Londres, para preguntarle si la ley era incapaz de intervenir. “De ninguna manera”, fue la serena respuesta. Si “Su Santidad” se atreve a salir del territorio que controla (pretende viajar a Gran Bretaña en breve), quedará tan vulnerable como el antes magníficamente uniformado general Augusto Pinochet, quien, luego de aprobar una ley chilena que supuestamente garantizaría su inmunidad, de cualquier forma fue lo bastante torpe para visitar a los británicos. Al momento de redactar este artículo, empiezan a escucharse las voces de nuevos querellantes y están preparándose numerosas estrategias (en ambos frentes, porque el Vaticano se percató al fin de que está en peligro). En Kentucky se presentó una demanda judicial exigiendo que el propio jefe de la Iglesia Católica comparezca ante las cortes, mientras que en el Reino Unido propusieron que cualquiera de las incontables víctimas posibles entregue al Papa, en privado, un mandato judicial si se atreve a asomar la cara por el país. También está considerándose dos propuestas internacionales, una entregada a la Corte Europea de Derechos Humanos y otra a la Corte Criminal Internacional (CCI, que este año retiró la inmunidad y acusó al brutal presidente de Sudán), pidiéndoles que hagan un dictamen de “crímenes contra la humanidad”, definición que, casualmente, incluye toda clase de patrón de violación o explotación sexual de menores amparada por cualquier tipo de gobierno.

Los abogados del Papa en Kentucky manifestaron ya su intención de impugnar cualquier iniciativa de esa naturaleza alegando “inmunidad soberana”, debido a que “Su Santidad” es, supuestamente, un jefe de Estado (cabe preguntar si los católicos sinceramente desean ampararse en semejante argumento). La llamada Ciudad del Vaticano, nulidad política que ocupa una superficie de 0,44 kilómetros cuadrados enclavada en Roma, fue creada en 1929 por Benito Mussolini como parte de un cómodo arreglo entre el fascismo y el Papado, de suerte que es el último elemento restante de la arquitectura política de las potencias del Eje, y en ello se fundamenta la absurda afirmación de que es un Estado soberano con capacidad para brindar asilo a criminales como el cardenal Law.
Debido a esa postura, la Iglesia Católica perdió toda fuerza moral posible, pues desafía al mundo con su artificial condición de Estado (de allí la relevancia de la apelación ante la Corte Europea de Derechos Humanos) y, a la vez, nos recuerda la repulsiva época que le vio nacer. La “Santa Sede” tiene, por ahora, todo a su favor. Por ejemplo, está exenta de presentar su Informe sobre Derechos Humanos —obligación anual de todo departamento de Estado— debido, justamente, a que no se le considera un país (en la ONU sólo participa como observador). Sin embargo, si se atreve a reclamar su condición de Estado soberano, el Departamento de Estado estadounidense exigirá que justifique sus políticas “laicas” y, de paso, el Departamento de Justicia de EE. UU. le dedicará toda su atención (primeros asuntos a tratar: ¿por qué no se exigió la extradición del cardenal Law? y ¿por qué se permitió que este grave crimen fuera ventilado por particulares?).

Es evidente que este pontífice no pedirá una investigación formal ni exigirá que se castigue a los responsables de un patrón consistente de violación de menores y encubrimiento porque, de hacerlo, estaría exponiéndose a que le formulen cargos. Y entre tanto, espera que nos limitemos a observar pasivamente sin cuestionar las razones de la Iglesia para no limpiar sus pútridos establos. ¿Por qué? Tomemos el ejemplo del cardenal Castrillón (de Colombia), quien, en 2001, escribió al Vaticano para felicitar al obispo francés que prefirió arriesgarse a una sentencia de prisión antes que denunciar a un sacerdote violador particularmente depravado. Resulta que, hace unos días, Castrillón iba a oficiar una suntuosa misa en latín en Washington y, aunque la invitación fue justamente retirada a causa de un estallido de indignación, nadie se preguntó por qué no detuvieron al cardenal como cómplice de una política vaticana que dejó a miles de niños  a merced de violadores y sádicos.

No fue hasta el pasado mes de marzo cuando la Iglesia, con estudiada vergüenza y renuencia, declaró que todos los violadores de menores debían ser entregados a las autoridades civiles. ¡Muchas gracias! Al fin una clara confesión de la despreciable y atroz ilegalidad con que esa institución se condujo hasta ahora. Aquí no podemos usar eufemismos sobre “pecado y arrepentimiento”, porque lo que tenemos enfrente es un crimen —más aún: un crimen organizado— y, por consiguiente, se impone el castigo. ¿O hay alguien que prefiera ver la sombra de Mussolini cubriendo como manto protector al Vicario de Cristo? El antiguo símbolo romano del pez está pudriéndose, empezando por la cabeza.        n

domingo, 9 de mayo de 2010

martes, 27 de abril de 2010

Notas para no dejar de leer

La generación del Bicentenario

Por Luis Bruschtein

Sin hacer malabarismos y con muy pocos días de diferencia, Cristina Fernández se reunió en buenos términos con Barack Obama y con el demonizado Hugo Chávez. El venezolano tiene la virtud de sacarles canas verdes a las derechas regionales con sus convocatorias al socialismo del siglo XXI y sus críticas al imperialismo norteamericano, tal como quedó demostrado con las denuncias que surgieron en Buenos Aires sobre presuntos pedidos de coimas vinculados con aquel país.

Pero aun en medio de esas denuncias, motorizadas por un ex embajador argentino en Caracas que supo trabajar allí con los sectores que buscaban descabezar a Chávez, se cuidaron de separar las críticas al gobierno local de los acuerdos comerciales con Venezuela. Los negocios son los negocios. Entre los 25 convenios que firmaron Cristina Fernández y Hugo Chávez, hay uno, por ejemplo, que establece la compra por parte de Venezuela de 14.250 vehículos fabricados en Argentina. La operación deberá concretarse en el curso de este año. Son 250 millones de dólares repartidos en camiones, taxis, furgonetas, autos particulares y ómnibus. Las automotrices se hicieron chavistas. Y eso sin contar los acuerdos en materia energética que son todavía más fuertes.
En realidad, para el equilibrio regional, Chávez se lleva bien con Brasil, pero prefiere respaldarse en Argentina. El tamaño de Brasil juega a su favor en muchos casos y en otros juega en contra. La relación de Venezuela con Argentina tiene una fuerte connotación geopolítica en ese sentido, además de la química y la afinidad que pueda haber entre sus gobiernos. A pesar de que Argentina no se integró al ALBA –la alianza conformada por los gobiernos más radicalizados y un grupo de naciones caribeñas insulares–, Venezuela le asigna una prioridad regional. En los festejos del Bicentenario de la Independencia venezolana, Cristina Fernández fue la única representante de un país que no está integrado al ALBA y fue la única de los mandatarios presentes (todos los del ALBA) que habló en el Parlamento de ese país.
En Caracas estaban también los presidentes de Cuba, Ecuador, Bolivia, Nicaragua y los mandatarios caribeños angloparlantes, que de alguna manera representan el ala de izquierda en el concierto regional. Desde este grupo, más específicamente del presidente ecuatoriano, Rafael Correa, surgió en su momento la propuesta de que el ex presidente argentino Néstor Kirchner ocupara la secretaría de la Unasur (Unión de Naciones Suramericanas).
Es paradójico, Correa asumió en el 2007 y anunció que haría una auditoría a la deuda externa, por lo que la derecha de su país lo acusó de seguir los pasos de Néstor Kirchner en Argentina, que había forzado una quita de más del 60 por ciento. Por la estrategia que siguió en función de su propia realidad Correa pagó, en relación, bastante más que Kirchner (el quite total que logró con su estrategia fue de alrededor del 30 por ciento). Pero así como a Correa lo acusaron en su país de inspirarse en Kirchner, aquí un sector de la izquierda le pide al Gobierno que se inspire en Correa.
Lo cierto es que el presidente ecuatoriano promovió dos veces a su colega argentino para que lidere la Unasur. La primera vez fracasó por la negativa del ex presidente uruguayo Tabaré Vázquez, en represalia por el rechazo de Kirchner a levantar en forma coercitiva –o sea reprimir– el corte de ruta de los asambleístas de Gualeguaychú. El 2 de marzo pasado en Montevideo, tras el reemplazo de Tabaré por Pepe Mujica, Correa volvió a proponer a Néstor Kirchner, esta vez con el visto bueno del flamante mandatario oriental que sintoniza mejor con el gobierno argentino. Los colombianos, que rápidamente se habían plegado a la negativa uruguaya, hicieron saber entonces que tampoco pondrían obstáculos.
En el juego de fuerzas regionales, Brasil es un jugador impresionante, por su economía, por tamaño y por cantidad de habitantes. En este contexto, Argentina es de escala intermedia y puede actuar como articulador entre el gigante y los demás países. Si fuera por el peso de cada uno, Brasil se llevaría todo. Los mismos brasileños tienen que calibrar y dosificar el peso que ponen en cada situación. O se llevan todo, o desbaratan todo. Ellos han sido de los más activos en impulsar la Unasur y aun así prefieren no encabezar, por ahora, el organismo. Lula ha expresado también su respaldo a la candidatura de Kirchner.
Pero, hasta ahora, la militancia del presidente Correa ha sido tras una candidatura no oficial porque no hubo una aceptación pública. Más allá de la consabida molestia que le causan los protocolos y rocamboles de la diplomacia a Kirchner, es difícil pensar que Correa hubiera arriesgado esa iniciativa sin haber consultado antes con él. Por otra parte, enviados de la Cancillería argentina han desarrollado también cierto proselitismo. El miércoles de esta semana, el gobernador bonaerense, Daniel Scioli, estuvo en Montevideo en una fugaz visita para participar en la II Cumbre Mundial de Regiones sobre Cambio Climático. Se reunió durante media hora con Mujica y al salir explicó que, aunque no se había tratado el tema, había percibido un “clima favorable” para que Kirchner encabece la Unasur porque, le dijo Mujica, “en Argentina ha tenido decisiones estratégicas en forma anticipada a lo que luego se vio como las consecuencias de una crisis internacional”.

En mayo, Correa visitará dos veces a la Argentina. En principio asistirá a los festejos del Bicentenario en Buenos Aires el 25 de mayo. Pero antes, el 4 de mayo, los mandatarios de la Unasur se reunirán en esta ciudad, y también está prevista su presencia. En la agenda figura el análisis de la situación regional y sobre todo del proceso en Honduras tras el golpe de Estado que derrocó a Manuel Zelaya y que provocó un posicionamiento muy duro de la Unasur con los golpistas y el proceso electoral que culminó con el triunfo del empresario conservador Porfirio Lobo. Al igual que Argentina, Brasil y varios de los países de la Unasur no han reconocido todavía al nuevo gobierno hondureño.
Seguramente en esa reunión se pondrá en juego ya de manera formal la candidatura de Néstor Kirchner y su designación al frente del organismo regional, lo que significaría un reconocimiento simbólico importante para la Argentina en el año del Bicentenario. Lo que no ha podido exhibir el Gobierno en lo interno por los desencuentros con la oposición y el conflicto con los productores rurales que hicieron estallar la posibilidad de un acuerdo para el Bicentenario, tendría por lo menos un correlato en ese reconocimiento regional a la Argentina. Kirchner representaría en los festejos de la independencia a toda Sudamérica.

Es indiscutible que el propio Kirchner está interesado en esa función. Pero también resulta difícil que acepte salir del país para hacerse cargo de la Secretaría de la Unasur. En medios del Palacio San Martín se dice que el tema ya está resuelto y que si se concreta el nombramiento, la sede física de la Unasur estaría en Buenos Aires, lo que le permitiría al ex presidente mantenerse aquí durante un año decisivo porque en su transcurso se irá definiendo el cuadro para las elecciones del 2011.

En el entorno del ex presidente afirman que la nueva tarea lo obligaría a renunciar a su banca en Diputados. El tiempo que estaría al frente de la Unasur sería un año, o sea terminaría hasta bastante antes de las elecciones de octubre de 2011. Terminaría su gestión y estaría en condiciones de entrar de pleno en la campaña presidencial, ya sea como candidato o como sostén.

En Brasil, Lula ya habría finalizado su gestión presidencial. Mujica ha dicho que le gustaría que fuera Lula quien suceda a Kirchner en el 2011. A Lula se lo ha postulado también para la Secretaría General de la ONU pero el presidente brasileño ha dicho que allí se necesita un burócrata y que él, en cambio, es un político de acción. Expresó también que prefiere trabajar para “América latina y los países de Africa”. De todos modos, todavía falta mucho para ese momento y lo único cierto es que Lula no se quedará quieto al finalizar su mandato. Y no solamente Lula: toda la generación de dirigentes que surgió en América latina como reactiva a la hegemonía neoliberal de las décadas anteriores seguirá gravitando por varios años en la región. Hay más que una coincidencia cronológica entre todos ellos porque han enfrentado juntos situaciones críticas, han estrechado relaciones personales y establecido un trato directo. Se podrá estar de acuerdo o no con ellos, pero no existe otro momento en la historia de América latina en que un grupo de presidentes haya estrechado ese nivel de contactos, afinidades y confianza mutua y seguramente marcarán, como generación, esta etapa de la historia del subcontinente. Serán odiados por unos y amados por otros, pero seguramente recordados como la generación del Bicentenario.

Publicada en Pagina12 el 24/04/2010